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miércoles, 28 de agosto de 2013

Capítulo 8. Hermanas mellizas.

Ane.

-...¡Y por eso necesito que vengas conmigo!- dijo Kiara atropelladamente, tan rápido que no pude entender nada.
-Vale, aver. Cálmate, por favor, y habla de nuevo. ¡Pero más despacio, y que se entienda!- respondí riendo-.Dime, ¿quién era el chico?-pregunté mientras caminábamos por las calles, de vuelta a nuestra casa, agarrando bolsas llenas de ropa que habíamos comprado.
-Yulem, se llama Yulem-respondió Kiara hablando más despacio, intentando calmarse.
-¿Y lo conociste de..?- dejé en el aire la pregunta, para que ella me contara.
-En la calle, ayer, tú misma lo viste. Se me calleron las llaves del bolso. Él las vió, las cojió y me las dió, y me invitó a quedar con el y le dije que si y que si podías venir tú y...-dijo cada vez mas rápido.
-Vale, vale. Calmate anda. Respira ondo y tranquilizate-la interrumpí soltando una carcajada-. Él te invitó a su casa, ¿no?
-Si, correcto. Hoy, dentro de..-murmuró levantando su mano del que colgaba su reloj-¡De media hora!-chilló mirándome con los ojos abiertos, asombrada-.¡Corre! ¡Vamos a llegar tarde!- gritó comenzando a correr, mientras yo reía y la seguía.
Llegamos a nuestra casa poco despues, jadeando del cansancio que supuso correr tres calles para llegar a la nuestra. Kiara sonrió mientras cojió las llaves del bolso y abrió la puerta.
Entramos dentro de la casa y subí corriendo las escaleras dejando las bolsas en mi cuarto y ducharme, para cambiarme e ir con ella.
En cuandto entré en la ducha y el agua recorrió mi cuerpo, noté como todos mis músculos se relajaban y suspiré alviada.
Después de al menos quince minutos, salí del baño para elegir algo que ponerme.
No tardé mucho en encontrar algo, rebusqué entre las bolsas hasta encontrar lo que buscaba.
Me puse mis pantalones vaqueros cortos junto a mis sandalias verdes y una camiseta de asas blanca con letras en verde que decían "Love Me". Después, coji mi bolso blanco y bajé las escaleras para esperar a Kiara en el salón. Pasados otros quince minutos, Kiara bajó con algo parecido a mi ropa, solo que las sandalias y letras eran en negro.
Me reí al verla con la camiseta que nos habíamos comprado iguales. Había momentos en que parecíamos como...Hermanas mellizas.

-¡Vamos!- gritó ella riendo mientras pasaba delante mía y se giraba para verme y regalarme una sonrisa, mientras su pelo le cubría la cara-.¡Llegamos tarde!
-¡Ya voy!- repliqué mientras apuraba mi paso hasta alcanzarla, entre risas.
Seguimos corriendo y riendo hasta parar frente a una bonita y espaciosa casa. Nos acercamos lentamente sonriendo hasta localizar el timbre que Kiara pulsó. Poco después, la puerta se abrió dejando ver al chico, Yulem, que nos dejó pasar con su mayor sonrisa.
-Es un placer volver a verlas, chicas- nos saludó.
Kiara sonrió y desvió la mirada hacia el suelo, sonrojándose y murmurando un "gracias" casi inaudible.
-Pasad, pasad-dijo sonriendo el chico.
Ambas entramos y pasamos delante de él, quien nos dirijía hablando detrás nuestra.
Al llegar al salón, mis ojos se desviaron rápidamente al chico que se encontraba de pie en el medio de la habitación, y su mirada se encontró con la mía. Lo observé fijamente, escaneándolo. Su pelo, sus ojos, sus rasgos casi perfectos, su cuerpo...era realemente hermoso.
Él reaccionó primero. Apartó la vista de mi para clavarla en Kiara y comenzó a caminar hacia ella.
-Es un placer conocerte, Kiara-saludó él sonriendo, abrazándola y besando sus mejillas.
-Lo mismo digo...-murmuró ella girando la cabeza, desviando su mirada, y sonrojándose levemente.
El chico le sonrió de nuevo antes de girarse hacia mi.
-Y tú debes de ser Ane, ¿verdad?- preguntó, y mi nombre era mucho mas bonito cuando él lo pronunciaba con su voz tan dulce y grave.
-Efectivamente. Soy Ane. ¿Tú eres?-pregunté esperando su repuesta.
-Vick, me llamo Vick-contestó acercándose a mi para abrazarme.
-Un bonito nombre-le susurré al odío cuando me abrazó.
-Lo mismo digo, Ane-opinó él con el mismo tono de voz que el mío.
Nos separamos y rápidamente empecé a hechar de menos sus brazos fuertes y cálidos rodeándome, su voz susurrando en mi oído, con su tono masculino tan hermoso, mi nombre en sus labios, tan carnosos y perfectos que deseaba besar... ¿Qué me estaba pasando?

Llevábamos sobre media hora de película y me encontraba sentada justo al lado de Vick quien miraba atentamente la televisión.
En ella se proyectaba la imagen de dos chicos que caminaban por una casa en la cual las cosas cercanas a ellos se rompían o se caían, asustándolos, luces se apagaban dejando todo oscuro o se escuchaban pasos y risas bastantes desagradables.
Uno de los muchachos se acercó a una puerta y dudó un momento si abrirla o no.
-No lo hagas-escuché a Yulem, que estaba en el otro sillon con Kiara al lado, un poco apretujados, avisarle al chico-. Te van a matar-volvió a advertir, como si ellos le pudieran escuchar.
Pero a pesar de los avisos de Yulem, el muchacho abrió la puerta y una trampa se activó en cuanto él cruzó esta, haciendo que una flecha impactara justo en su pecho, en el lado izquierdo, junto a su corazón.
Los gritos del otro muchacho se unieron al chillido de Kiara.
-¿Ves a esos dos?-dijo Vick pasando un brazo por el lado del respaldo, detrás de mi espalda, señalándolos.
Muy astuto, pensé, usar a los otros como excusa para rodearme con su brazo.
-Yo apuesto a que acabarán juntos-susurró en mi oído, acercándose más aún a mi.
Giré mi cabeza para ver a Kiara con la cara escondida en el pecho de Yulem quien reía y la abrazaba, y coincidí con Vick. Acabarían juntos.

sábado, 24 de agosto de 2013

Capítulo 7. Ellas.

Vick.

Estaba tumbado en el sofá de la casa. Hoy era viernes al fin y acababa de volver del instituto. Instituto....Eso me recordó a Silene, cuando pasó a mi lado y me rozó. Esa asquerosa...la odiaba, por culpa de su madre mis padres estaban muertos.
Ellos murieron cuando había una guerra entre Oscurix y Lumix y nosotros solo teníamos solo cuatro añitos de vida. Héctor fue quien nos contó todo lo sucedido hace tiempo, en esa guerra.
Aproximadamente hace unos 14 años, una tarde de primavera a pocos días de nuestro cumpleaños, comenzó un lucha entre dos mundos: Lumix y Oscurix. Nuestros padres, guerreros fieles al mundo Lumix, fueron enviados a esa guerra, la lucha que acabaría con sus vidas. No tuvieron mucho tiempo para despedirse de nosotros, todo sucedió demasiado deprisa. Pero apesar de ello, aún recuerdo perfectamente lo último que nos dijeron.
-Cuidaros, pequeñajos. Todo estará bien. Os amamos-había dicho mi madre antes de besarnos.
Esa fue la última vez que escuché su dulce voz. Tan tierna, cariñosa, amable, llena de amor...
Después de que se fueran, los días pasaron sin ninguna novedad de ellos, y mucho menos de la lucha. ¿Quién iba a decirle a dos niños de 4 años algo sobre eso? Nadie. Y así fue, hasta el día de nuestro cumpleaños.
Ese día, ambos, Yúlem y yo, estábamos sentados en un patio, jugando con la arena como dos niños normales en un día normal. Pero no era así, para nada era un día normal. Héctor apareció con una mala noticia, algo tenía que contarnos y era grave. Él nos dijo algo que cambiaría nuestras vidas para siempre, y eso era que nuestros padres habían muerto.

Yulem llegó al salón donde yo estaba tumbado. Llevaba puesto una camisa a cuadros roja y negra, con sus mejores pantalones nuevos.
-¿A donde vas tan arreglado?-pregunté mirándolo fijamente.
Él sonrió antes de contestarme.
-A ningun lado. Ellas vienen hacia aquí-contestó  con su sonrisa.
-¿Ellas? ¿Quienes son ellas?-pregunté confuso y a la vez sorprendido, pues aún no se había metido conmigo y era extraño en él.
-Son dos chicas....Kiara es mía, te aviso-me advirtió mirándome seriamente.
-Vale, vale-respondí riendo y levantando mis manos haciéndome el inocente-¿Son dos?-volví a decir.
-Si. Kiara y Ane. Estarán a punto de llegar-respondió sonriendo de nuevo.
Después, se dirigió hacia el sillón de al lado y se sentó, moviendo la pierna de arriba y abajo, nervioso, y era poco común en él.
Yo me levanté y volví a mi habitacion. Cuando llegué a ella, observé la ventana, esa ventana, para ver a Silene entrando en su dormitorio y sonriendo, tirándose a la cama, con sus alas negras desplegadas en su espalda.
Volví mi vista hacia mi armario para olvidarme de ella de una vez por todas. No podía pensar en ella, no hoy, cuando iban a venir esas dos chicas. Me cambié por una camisa negra y mis pantalones grises con pequeños cuandros negros, luciendo más formal que el chándal viejo que estaba usando anteriormente.
Volví al salón y me tumbé de nuevo en el sofá, preguntándome como serían las chicas con las que había quedado mi hermano, y como las había conocido.
-¿Cómo las conociste?- pregunté curioso viendo a mi hermano que miraba el reloj atentamente, frunciendo el ceño. Cuando se dio de cuenta de que le hablaba, levantó la vista y me contestó, contándome como las había conocido mientras sonreía como un idiota enamorado.
-¿Que vamos a hacer?- pregunté después de su explicación.
-Miraremos una película todos juntos, de miedo-contestó él sin dejar de sonreir, mirando la ventana.
Intenté preguntar algo de nuevo, pero el timbre me interrumpió.
Observé como Yulem se levantaba corriendo como una bala, sonriendo aún mas, con andares patosos nada propios de él. Bueno, menos cuando estaba nervioso.
Se escuchó la puerta abrirse antes de poder captar tres voces hablando; mi hermano y las dos chicas. Me levanté, dispuesto a ir al recibidor de la casa para conocerlas, pero no hizo falta. Ambas llegaron al salón delante de Yulem quien sonreía. Me quedé mirándolas, pero una de ellas me llamó más la antención. Era pelirroja, y sus ojos oscuros como la propia oscuridad se quedaron fijos en mi, antes de que ella sonriera y yo me quedara embobado. ¿Cómo era posible que fuese tan hermosa?

martes, 20 de agosto de 2013

Capítulo 6. Amy.

Silene.

-Hola-dijeron detrás de mi.
Me giré cerrando la puerta de mi coche para ver a Derek caminando hasta detenerse delante mía. Me acerqué a él y rodeé con mis brazos su cuello antes de darle un pequeño beso.
-Hola-respondí sonriendo.
-Gracias-agradeció juntando nuestras frentes y rodeando con sus brazos mi cintura.
-¿Por qué me das las gracias?- pregunté sin saber muy bien el motivo.
-Por seguir hablándome y estando conmigo a pesar de saber como es el verdadero yo fuera de este instituto-murmuró bajando su cabeza.
-Eh-susurré levantándola con mis manos, haciendo que me mirase a los ojos-. Voy a estar a tu lado siempre, ¿vale?-añadí.
Él me sonrió en agradecimiento y giró su cabeza para ver a un autobús que acababa de llegar. Se quedó mirando fijamente las puertas de este mientras se abrían y los alumnos salían por ellas. No quitó su vista hasta que las puertas se cerraron y el autobús arrancó. Con los ojos, buscó desesperadamente a alguien y entonces comprendí.
-¿Cual es?-cuestioné buscando entre la gente.
-¿Qué?- preguntó él desconcertado, sin dejar de mirar a la gente.
-¿Cual de las chicas es?-volví a preguntar.
Entonces él se giró para verme, comprendiendo que es lo que quería decir. Agachó su cabeza sonriendo tristemente y la levantó de nuevo, viendo a la gente.
-Es ella. La rubia con los pantalones verdes y la mochila blanca-me dijo describiéndola.
-¿La que va con la cabeza gacha? ¿Con una guitarra?-cuestioné.
El asintió mirándola fijamente.
La observé bien. Tenía su pelo rubio oscuro totalmente liso hasta la mitad de su espalda. No era muy alta ni baja, normalita. Con curvas, pero no demasiadas, la chica agarraba fuertemente una mochila, donde seguramente guardaba una guitarta. Giró su cabeza hasta vernos y vi sus ojos oscuros mirándonos fijamente mientras negaba con la cabeza. Con su otra mano apartó un mechón de pelo de su cara y nos miró con furia. Despues, apartó su vista y siguió caminando hasta la entrada, sin dejar de negar con la cabeza.
-¿Por qué nos mira así? -le pregunté confusa volviendo a mirar a Derek, quien tenía sus ojos azules teñidos de tristeza.
-Amy era mi mejor amiga. Estuvimos juntos todos los años en clase, siempre llevándonos bien. Éramos inseparables, siempre estábamos unidos. Nunca nos peleábamos y siempre estábamos sonriendo todo el rato, mientras hablábamos. Pero hace unos dos años, cuando empecé a coger fama aqui, empezamos a distanciarnos más y cada vez más. Nos peleábamos todo el rato, porque ella no quería que me convirtiera en esto y que la dejara. Yo le decía que eso era una tontería, que por encima de todo era mi amiga y que todo seguiría siendo igual, pero no fue así. Todos los chicos me llamaban para quedar, emborracharnos y estar con chicas. Nunca tenía tiempo para estar con Amy, y ella se enfadaba, y decía que había roto nuestra promesa de "siempre juntos". Desde ahí...no volvimos a hablarnos. Y yo me di de cuenta de que estaba perdidamente enamorado de ella, pero no tenía manera de recuperarla, asique seguí comportándome como no lo soy. Ella dejó de hablarme. Odiaba eso de que estuviera cada dos por tres con una chica distinta. Por eso negó con la cabeza y me miró asi...-murmuró.
-La recuperarás- afirmé segura.
-¿Cómo?-preguntó confuso-. Ella me odia..
-Magia-dije simplemente-. Y un mago nunca revela sus secretos-sonreí.
El rió divertido, negando con la cabeza.
-¿Desde cuando eres maga?-preguntó con su maravillosa sonrisa.
-Te sorprendería saber cuanto tiempo, querido. Pero te contestaré. Digamos que desde que nací-respondí riendo. Y no era del todo mentira...

Salí de clase apresuradamente para poder buscar a Amy. Pasé por gran parte del patio, pero ella no aparecía. Seguí buscando por el jardín, pero lo único que encontré fueron a los dos chicos, mis vecinos, con los que luchaba por esa flor que acabaría con uno de los mundos, sentados como la otra vez, bajo el arbol.
Miré fijamente a Vick, quien hacía lo mismo, con sus ojos azules llenos de furia.
De pronto, Yulem le agarró del brazo a Vick, y este se giró hacia él, cortando nuestra conexión.
Sonreí sin dejar de mirarlos en ningún momento y pasé a su lado. Tan cerca, que pude rozar a Vick, quien levantó la vista para verme con odio, al igual que Yulem.
Volví a buscar a la chica, pero alguien me encontró antes.
-Hola, Silene-dijeron detrás de mi.
Alguien, seguramente Derek, pasó sus brazos por mi cintura y besó mi mejilla.
-Hola, Derek-contesté sonriendo y girando mi cabeza para verlo.
-Ven conmigo-invitó agarrando mi mano y pasando delante de mi, tirando de nuestras manos entrelazadas para llevarme a algún lugar.
Caminé en silencio a su lado hasta entrar en el instituto.
-¿A donde vamos?- pregunté curiosa siguiendolo.
Derek se giró un momento para verme y besó mi mejilla antes de susurrarme al oído "ya verás".
Paseamos por el pasillo hasta llegar a las escaleras que nos llevaban al piso de abajo.
En ese momento, se empezó a escuchar cada vez mas alto una voz a medida que nosotros nos acercábamos a la sala de actos. Era de una chica, y se escuchaba una guitarra de fondo.
Derek se paró al escucharla, sonrió y susurró un "esa es Amy" que me dejó con la boca abierta. Me acerqué corriendo aún mas y asomé la cabeza por la puerta para verla sentada en el escenario con los ojos cerrados y cantando, con una guitarra en sus piernas.
-Lleva cantando y tocando desde los diez años- me contó Derek cuando llegó a mi lado y asomó la cabeza para verla-. Siempre le decía que se apuntara a un concurso, pero nunca me hizo caso. Canta muy bien.
-Si-contesté susurrando, sin dejar de verla.
-En realidad quería que vieras mi guitarra, pero no podemos entrar.
-¿Por qué?-pregunté curiosa.
-Odia que la interrumpan. Me lo dijo un día cuando me enseñaba- respondió.
-¿Ella te enseñó a tocar?-volví a preguntar.
-Si, fue ella-contestó con una mirada triste.
Yo lo abracé con fuerzas, dándole ánimos a seguir.
-La recuperarás-murmuré abrazándolo fuertemente-. Ya verás como si.

martes, 13 de agosto de 2013

Capítulo 5. Kiara.

Yulem.

-Vick-lo llamé desde el salón.
-Ya voy- me contestó él desde la cocina.
Estábamos a Jueves y decidí que ya era hora de empezar a buscar la flor que nos sacaría de aqui para volver a nuestro mundo, Lumix.
Mi hermano salió de la cocina con un cuenco lleno de palomitas, metiéndose un puñado en la boca.
-Joder, tío, ¿pararás de comer algún día? No se como no estás gordo. Todo el día comiendo y no engordas-protesté viendo como cojía otro puñado.
-Venga, hermano. Admite que lo que tienes es una envidia gigante- contestó él con una sonrisa.
-¿Más grande que tu ego? Nah-respondí con otra sonrisa-.Querido hermanito, cuando tengas un cuerpo como el mío, chiquitín, hablaremos- finalicé mientras veía a Vick enfurecerse por haberle llamado "chiquitín".
-Vete a la mierda-me contestó seco mientras yo me reía- ¿Que era lo que querías?
-Bueno, no estamos aquí precisamente por vacaciones, asique habrá que empezar a buscar.
-¿Empezar a buscar? ¿Lo que?- preguntó él comfundido.
Coqué mi mano contra mi cara antes de volver a hablar.
-Tú eres tonto, tío. ¡La flor, idiota! ¡Que por algo estamos aqui!- contesté.
-¡Ahh, la floor! Claro, claro. La flor. Espera, ¿qué flor?- volvió a preguntar.
-Dios mío...- murmuré cansino- tú eres tonto o corres detrás de coches aparcados. Aver, estamos aquí por la Enerm Flower, Vick. La Enerm Flower - expliqué lentamente, como si le hablara a un animal, aunque sospechaba que los animales lo entendían mejor.
-¡Ah! ¡Ahora me acuerdo! Claro. ¿Y que vamos a hacer?-cuestionó.
-Preparar las cosas. Nos vamos de acampada. Estaremos en el bosque el fin de semana y quizás algún día más, depende. Buscaremos señales de la flor. ¿Entendido?- le dije.
-Vale, pero hay que crear las cosas y...
-No- lo interrumpí-. No. Iré yo a comprarlo. Por una vez quiero parecer un humano normal. Me apetece salir a dar una vuelta. Dime que tengo que comprar.
-¿Y el dinero?- cuestionó.
Yo sonreí.
-Bueno, no del todo humano...-contesté creando las monedas y billetes.

Comencé a caminar por la acera mirando todo el lugar, buscando una tienda de donde pudiera comprar lo necesario, cuando vi a una chica que caminaba a unos metros delante de mi. Medía sobre 1'65 y tenía el pelo largo, hasta el final de su espalda. Liso y negro. Era delgadita y muy linda. Llevaba puesto unos pantalones vaqueros pitillo, una camiseta blanca de asas y un bolso marrón a juego con sus sandalias.
Cuando las llaves que colgaban de su bolso se calleron, ella siguió andando como si nada, pero yo me paré a recojerla.
-Oye- le dije agarrándola del hombro.
Ella se dio la vuelta y me quedé sin palabras. Sus ojos grises me dejaron hipnotizado, quitándome el habla. Era muy bonita. Preciosa.
-Dime-contestó ella sonriendo. Su sonrisa era hermosa.
-Eh...Se te calleron las llaves-balbuceé tendiéndole mi mano.
-¡Las llaves!-dijo ella-. Muchísimas gracias. Soy un poco despistada...¡Gracias!-agradeció sonriéndome-. No se que haría yo si ti-y se abalanzó sobre mi, abrazándome.
Me reí antes de rodearla con mis brazos, sonriendo como un idiota.
-Em...lo siento- dijo al separarse. Se había ruborizado, y era muy tierna-. Soy muy efusiva...-murmuró.
-Tranquila-le dije sonriendo. Pasé mi mano por su mejilla, acariciándola-. A mi no me molestó- susurré.
Ella sonrió y se ruborizó un poco más. Era tan linda...
-Muchas gracias por las llaves-murmuró-.¿Hay alguna manera de agradecértelo?
-No, no. Tranquila, no es nada. Espera, si. Hay una manera...-contesté.
-¿El que?-preguntó curiosa.
-¿Qué te parece ir mañana a mi casa y miramos una película?- cuestioné sonriéndole.
-Eh...claro. Pero no sé ni tu nombre...-me contestó.
-Yulem, me llamo Yulem-respondí-. ¿Y tú?
-Kiara- me dijo.
-Un nombre precioso, Kiara.
Ella se sonrojó sonriedo.
-Muchas gracias, Yulem. Y...¿Puedo llevar a alguien conmigo?-preguntó dudosa.
-Por supuesto. ¿A quien?-contesté.
-Eh. Ane, se llama Ane. Es mi mejor amiga. Debe de estar a llegar...- susurró mirando a ambos lados-. Si, mira. ¡Allí está!- respondió entusiasmada.
Me giré para ver a Ane. Una melena pelirroja se veía no muy lejos de donde estabámos. Cuando llegó a nuestro lado, me sonrió y saludó a Kiara, quien la abrazó.
Ane era un poco más alta que Kiara. Tenía el pelo corto, pero no mucho. Llevaba unas gafas que le quedaban muy bien con sus ojos oscuros. Ni delgada ni gorda, ella era normalita, muy linda. Parecía bastante callada en comparación con su amiga.
-Por supuesto. Tambien estará mi hermano, no pasa nada-contesté sonriendo.
Después, le di la dirección de la casa y besé su mejilla. La había cojido desprevenida, y no se lo esperó.
Me di la vuelta y comencé a caminar,  pero después de dar unos pasos volví a girarme para verla. Estaba roja y sonreía hacia mi. Levanté mi mano y la saludé con mi mayor sonrisa. Cuando ella hizo lo mismo, volví a caminar sonriendo al suelo.

domingo, 11 de agosto de 2013

Capítulo 4. Solo soy yo mismo.

Silene.

Hacía calor en casa, o por lo menos en mi habitación, asique abrí mi ventana y me fijé en la de en frente.
En ese momento, salió un chico de una puerta. Pero eso no fue lo que más me llamó la atencion.
El chico sólo estaba cubierto con una toalla alrededor de su cintura, y su pelo estaba empapado. Él no me podía mirar, pues estaba de espaldas a mi. Tenía los brazos bien formados, musculosos. Con una espalda ancha y fornida. Me pregunté de quien sería ese cuerpazo de Dios. Porque parecía un Dios, uno Griego.
Entonces escuché que decía algo. Me acerqué mas a la ventana y agucé el oído, para escucharo.
-Yulem, joder. ¡Eres un cabrón!- dijo aquella voz sexy y un poco ronca-. Dios, la próxima vez te juro que no me controlo, y un cuchillo acabará en tu estómago, ¡idiota!- volvió a hablar. Y pensé que hablaba solo, pero una voz le contestó desde un poco mas lejos.
-Venga anda, ¡Pero si tú me amas! ¡Admite que no puedes vivir sin mí!- contestó la voz.
-Si, yo te quiero, ¡te quiero bien lejos de mi, a Kilómetros, si es posible!- dijo el chico-. Joder, como me dejó el pelo lleno de tarta- murmuró para si.
Y entonces, cuando se dio la vuelta, pude verle la cara.
Retrocedí lentamente sin poder creerlo hasta pegar contra mi cama y caí en ella, aún mirando el chico. Pero por suerte, Vick no me vió a mi. ¿Cómo era posible que mi enemigo fuese mi vecino?

Salí de casa apresuradamente mientras observaba a ambos lados de la calle y después a la casa. Me fijé en la ventana que daba a la habitación de Vick, pero desvié mi mirada antes de volver a recordarlo a él y a sus músculos, su bronceado perfecto, su pelo mojado cayéndole por su frente, las gotas resvalándose por su cuerpo...
¡No! ¡No me puedo permitir pensar en él de esa forma! Pero su cuerpo me tentaba. Y vaya si lo hacía.
Caminé por la calle mirando el suelo y empecé a cantar la primera canción que se me pasó por la cabeza. Seguí cantando y cantando hasta que llegué a un pequeño parque, con sus columpios y demás. Me acerqué lentamente a él. Era un parque bastante bonito y solitario. Había un árbol Sukura, bastante extraño y precioso a la vez. Me acerqué a él y rocé su tronco con mis dedos, mientras levantaba la cabeza veía todas sus preciosas flores.
Después, caminé hasta el columpio y me senté en el, balanceándome sin levantar los pies del suelo. Entonces vi una flor en mi hombro. Una flor preciosa, blanca, del árbol situado cerca de mi. Le sonreí mientras la cojía y la posaba en mi mano. Era realemente hermosa.
-¿Silene?- preguntó una voz detrás de mi.
Me di la vuelta sin levantarme para ver a Derek mirándome intrigado, con su sonrisa y sus manos metidas en los bolsillos.
-Hola- le respondí sonriendo.
Él se acercó a mi, con unos andares un poco tímidos, mirándome fijamente a los ojos, inundándome de ese azul que tanto me gustaba.
Se sentó en el asiento de al lado y se giró para verme.
-¿Que haces tú por aqui?- me preguntó.
-Vivo cerca. Estaba paseando cuando encontré este sitio, y decidí quedarme- contesté desviando mi mirada y observando a la flor de mi mano.
-Es un sitio tranquilo y bonito. Es una pena que siempre esté tan vacío y solitario-me dijo.
Levanté mi vista para verle. Él estaba observando el frente, como perdido en sus pensamientos.
Este era un Derek al que no estaba acostumbrada. Era tranquilo, tímido. Era él mismo.
-Estás...distinto-le murmuré.
Derek giró su cabeza para verme y sonrió tristemente.
-Solo soy yo mismo. En el insti me transformo en el Derek que no le importa nada, sin sentimientos, que le interesan los deportes, salir de fiesta todos los días y no le importan las notas-murmuró, un poco triste-. En cambio, cuando llego a casa, soy yo mismo- dijo viéndome fijamente, con sus ojos azules que me dejaban hipnotizada-. Soy el chico raro que no le gustan los deportes, que le encanta leer y leer libros. El rarito que se pasa horas estudiando y siendo bueno. Tímido y reservado que tiene miedo a que le hagan daño. Que está solo e indefenso, pero se lo oculta a todo el mundo. Soy el que se encierra en su habitación o en este lugar, y simplemente se queda ahí, sin hacer nada. Cambio totalemte, como si tuviera dos vidas muy distintas. Solo mantengo mi fachada de chico malo en el instituto, para que no me critiquen por como realmente soy. Pero este soy yo, el verdadero Derek- me contó.
Y le vi, vi el verdadero Derek del que me hablaba. Era solo él, sin ninguna fachada donde esconderse y ocultarse. Solo Derek.

viernes, 9 de agosto de 2013

Capítulo 3. Solo esperar.

Vick.

-¡ES ELLA!-chillé empujando la puerta de la casa detrás de mi hermano y tirando mi mochila al suelo.
-¿Qué?- preguntó él confuso dándose la vuelta.
-¡QUE ES ELLA! ¡ELLA, LA NUEVA!-grité aún más alto.
-¿La chica del mundo Oscurix, destinada a matarnos y llevarse la flor para que el mal venza?Si, es ella- dijo Yulem.
-¡NO! Idiota, ¡es la hija de la mujer que mató a nuestros padres!- contesté a pleno grito.
-Espera, ¿¡QUÉ?!
-¿¡ES QUE NO TE ENTERAS?!-comencé-¡es ella! ¿Te acuerdas el día que murieron, cuando hablaron con nosotros los investigadores?- él asintió escuchandome seriamente-. La foto con el nombre. Es Tariam Lackers la que los mató. Y ellos nos dijeron que tenía un hija, una de las más poderosas y su nombre era Silene. ¡Es ella, joder! Además, ¡tienen el mismo físico! El mismo pelo, y la misma cara. ¡Solo cambian los ojos! ¡Es ella!-continué hablando mientras mi hermano me miraba sorprendido-. Tenemos que acabar con ella. Como sea.
Yulem se fue a la cocina en silencio. Volvió con dos platos de comida y los puso en la mesita del salón. Ambos nos sentamos en el suelo mientras que el decía "come, luego entrenamos. Tenemos que ser fuertes para acabar con ella".

-Vamos Vick, ¡concéntrate!-me dijo mi hermano-. No es tan difícil. Aver, piensa fijamente solo en eso. Imagínate que de verdad desapareces. Venga, tú puedes hermano.
Estábamos ambos fuera, en el jardín de nuestra casa rodeado por altas verjas marrones y nuestro escudo para que nadie viese que estuviéramos practicando con magia. Yo debía hacerme invisible, pero ese era un hechizo que se me hacía demasiado complicado para mi.
Intenté concentrarme plenamente en eso. Imaginé como mis manos desaparecían y se volvían incoloras. Duespués seguí por mis brazos, y asi con todo el cuerpo. Cuando me di de cuenta, yo había desaparecido.
Estendí mi mano, pero allí solo se veía la hierba, en vez de mi mano. Sonreí y dirijí mi vista hacia delante, donde debería de estar Yulem. Debería, porque él no estaba. Entonces lo comprendí. Él iba a atacarme siendo invisible.
Me concentré en escuchar cualquier ruido que lo delatara, aunque fuese su respiración. Con mi vista, inspeccioné todo el jardin póximo a mi, buscando algún movimiento. Cuando no capté nada, me decidí por esconderme, para que no me pillara.
Lo primero que vi fue un árbol, asique corrí siguilosamente hasta él y escalé por las ramas hasta llegar a una más estable. Me senté en ella y seguí con mi mirada fija en el jardin, buscando algo. Y lo encontré.
Mi hermano estaba al lado de la piscina, justo en el bordillo. Lo sabía por el mechón de su pelo rizado que no era invisible.
Decidí gastarle una broma, asique bajé del arbol con muchísimo cuidado de no hacer ningún ruido. Cuando después de caminar un poco estuve a su lado, le grité bien alto donde supuestamente tendría que estar  su oído, haciendo que volviera a ser visible y cayera a la piscina por el susto.
-¡Joder, Vick! No te escuché. Bien, has mejorado- dijo al salir a la superficie.
Como buen hermano, le estendí la mano para que saliera de la piscina, pero lo único que conseguí fue caer en ella,cuando Yulem tiró de mi.
-¡Oye! Tampoco hacia falta que me tiraras, bruto- le dije.
-Bueno, querido hermanito- lo miré mal. Odiaba que me dijera hermanito. ¡No era tan pequeño! El rió antes de seguir-. Tenía que haber venganza, ¿no crees?-añadió riendo.
No contesté. Solo le tiré agua a mi hermano con las manos, haciendo que él me la devolviera y comenzara una guerra en la piscina.

-Dios, estoy cansado- murmuro al entrar en mi habitación, hablando conmigo mismo.
Después de ducharme rápidamente, cojí unos pantalones de chándal cortos viejos para andar por casa, pero no cojí ninguna camiseta,
Yulem estaba acostumbrado a verme deambulando por la casa solo con unos pantalones, y hasta él mismo lo hacía. Era mucho más comodo asi y a ninguno de los dos nos molestaba.
Me tumbé en mi cama y giré mi cabeza, dando a la ventana. Entonces me di de cuenta de que coincidía con la otra de la casa de enfrente.
Parecía ser una habitación lo que se escondía detrás de la ventana. Entonces, reparé en la chica que se veía. Estaba de espaldas, pero parecía muy mona. Con curvas y un cuerpo que se me hizo conocido, sobre todo al ver su pelo. La conocía, pero al no verle la cara no sabía quien era. Seguramente una de las chicas del instituto.
Seguí viéndola por un rato largo, intentando adivinar de quien era ese cuerpo tan bonito. Pero entonces, algo negro salió de su espalda agitándoss violentamente. Alas. Pero no unas alas cualquiera. Eran las alas de...
-¡YULEM!- lo llamé entre gritos levantándome de la cama y hechando a correr hasta encontrarlo en el sofá del salón, con las piernas cruzadas y apolladas en la mesita donde comíamos-¡YULEM JODER!-chillé haciendo que él apagara el televisor y me mirara.
-¿Que ocurre ahora? ¿Por que gritas, pequeño?- dijo con su sonrisa malvada.
-¡Ahora mismo no estoy para eso, idiota! ¡Tenemos vecinos nuevos!-seguí insistiendo.
-Oh por dios, no querrás darle la bienvenida con un pastel o algo asi, ¿verdad?- siguió bromeando él.
-Tú eres gilipollas o algo. ¡Que la vecina es Silene, idiota! ¡Que la acabo de ver, a ella y a sus alas, que adquieren los que están en el mundo Oscurix y son malos!- le grité.
-¿Pero que dices?- murmuró mi hermano levantándose del sofá a una velocidad increíble y corriendo hacia mi habitación -.Ostia - dijo cuando la vió- tenemos el enemigo de vecino...
-¿Y ahora que hacemos, Yulem?- le pregunté.
-Nada. No podemos hacer nada. Nos pueden descubrir. Habrá que esperar el momento oportuno para atacar, hermano- contestó mirándome seriamenre.
Solo teníamos que esperar.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Capítulo 2. Ángel.

Silene.

Me levanté de la cama con el estridente ruido de la alarma y deseé que se callara o se rompiera. Al momento, el despertador salió volando de la mesita donde se encontraba hasta chocar contra la pared y romperse en miles de pedazos y sonreí. Al menos, aún estando en el mundo de los humanos, seguía conservando mi magia, asique decidí utilizarla.  Pensé en algo de ropa que poder ponerme, y rápidamente apareció un vestido azul aguamarina que llegaba algo mas arriba a mis rodillas. Era ajustado en mi pecho, pero vaporoso debajo del cinturón que se cernía perfectamente acabando en un lazo en mi espalda. Después, me imaginé unas sandalias con no mucho tacón. Las cintas que rodeaban eran del mismo color que el vestido, pero con piedras blancas como las que tenía el cinturón.
Caminé hasta el baño y me miré en el espejo. Unos pequeños ojos pardos me devolvieron la mirada, mis ojos. Era normalita, no gorda, pero tampoco esquelética, sino con curvas situadas donde debían estar. No era muy alta ni baja.  Era de una altura bastante normal para una chica de 17.  Mi pelo castaño claro caía con pequeñas ondas a ambos lados de mi cara, hasta llegar mas abajo de mis ombros. Me gustaba mi pelo, sobretodo cuando los rayos del sol salían y chocaban contra él, haciendo que este adquiriera unos reflejos rubios. Después estaban mis ojos pardos, que destacaban en mi cara con forma de corazón. Mi nariz era pequeña, pero no demasiado. Debajo estaban mis labios, carnosos y rosados que tanto me gustaban. Sonreí a mi imagen mostrando mis dientes blancos y bien alineados.
Salí apresuradamente del baño mientras con mi magia hacía aparecer un gran bolso azul donde guardar mis libros y libretas. Eso era lo que menos me gustaba de aparentar ser un humano corriente. ¿Para que enseñan con libros en vez de aprender a defenderse? No tenía sentido.
Cojí el bolso y me encaminé hacia la puerta de la casa. Al salir, la cerré con llaves y fui paseando hasta el garaje, donde me esperaba mi coche. Mi ferrari tan rojo como la propia sangre.
Me monté en el coche dejando el bolso en el asiento del copiloto y arranqué, escuchando el rugido del motor que tanto me encantaba. Di marcha atrás con él y giré, para quedarme justo en la carretera.
Observé en la casa  enfrente de la mia a dos chicos mirando por la ventana. Los saludé con la mano y mi mayor sonrisa y acerleré para llegar al instituto que me habían asignado, justo cerca del gran bosque, y de la  Enerm Flower.
Pasé por bastantes calles hasta llegar al gran recinto redoeado por un muro de gran tamaño y un verja negra y algo oxidada en la entrada. La pasé a bastante velocidad y entré en el aparcamiento dejando mi coche en uno de los espacios asignados. Me coche rugió por última vez antes de apagarse. Abrí mi puerta y cojí mi bolso y salí. Vi como todos situados fuera del centro me miraban fijamente. Algunos se acercaron hasta el coche para apreciarlo, la gran mayoría chicos.
-Bonito coche- me dijo uno de ellos. Él era un poco más alto que yo, con brazos fuertes y firmes. Llevaba puesta una camisa roja, a juego con mi coche, y unos pantalones negros pitillo que se cernían a sus largas piernas. Su pelo no era muy largo, pero tampoco lo tenía rapado. Era de un color algo extraño, entre negro y marrón oscuro, pero con reflejos en naranja. Me gustaba como le quedaban. Sus ojos eran azules intensos que brillaban radiantes de vida. Con una nariz chata y unos labios rosados y carnosos, se podría decir que el chico era bien guapo.
-Me llamo Derek- dijo estendiendome la mano- ¿tú?
-Silene-contesté cojiendo su mano. Pero en vez de estrecharla, tiré un poco de ella haciendo que Derek se acercara y le di dos besos-. Encantada de conocerte.
-Silene...-murmuró-. Un curioso nombre. Como de otro mundo- añadió sonriendo aún cerca de mi.
-Si, ¿verdad? Me lo suelen decir mucho. No es un nombre muy común - dije con una gran sonrisa.
-Eres nueva, ¿no?- cuestionó sin apartarse en nigún momento.
-Si. Y estoy un poco perdida-dije coqueta- ¿me enseñarías el lugar?- pestañeé varias veces haciéndome la inocente.
-Por supuesto, ángel-ronroneó.
¿Ángel? Estaba muy pero que muy equivocado. Yo era, por asi decirlo, un demonio. Un demonio con magia.
-¿Vamos?- pregunté lanzandole una sonrisa. Vi como él dirijia su mirada a mis labios, pasando su lengua por los suyos. Mis dientes atraparon mi labio inferior y el sonrió mirandome de nuevo a los ojos.
-Por supuesto, bonita. Vamos- y cojió mi mano con la suya al empezar a caminar.
Entramos en el recinto y me vi rodeada de paredes amarillas no muy chillonas y las taquillas verdes.
-El instituto tiene tres plantas. En esta está secretaría, la biblioteca, el aula de castigados, el despacho del dicector y la sala de los profesores. Arriba, mayormente están las clases. Y abajo-continuó empezando a bajar unas escaleras mientras lo seguía- está la cafetería y la sala de actos. Esta es- dijo soltando mi mano y empujando dos puertas y dejándome pasar.
La sala de actos era bastante amplia y de gran tamaño. Con un escenario emorme en una punta y con sillas negras por todo el resto de la habitación.
-Siempre está vacía...-murmuró acercandose mientras yo retrocedía hasta llegar a chocar contra la pared-. Nadie suele entrar- añadió mientras sus manos se posaban en mi cintura.
-Oh, ¿de verdad?-dije sonriendo y pasando mis brazos por su cuello.
-Mmhm.
Acerqué más su cabeza a mí y lo besé. Nos besamos intensamente y con fiereza, porfundizando el beso cada vez mas y mas. Su lengua se introdució en mi boca y comenzó una gerra con la mia. Lo acerqué aún más a mi y pasé mis manos por su pelo, jugando con él, mientras Derek acercaba mi cintura y la pegaba a su cuerpo. Me gustaba ese beso. Era todo deseoy pasión, sin nada de la mierda del amor.
No quería enamorarme. Me tenía jurado que nunca me enamoraría, es una estupidez.  Te enamoras, unos días o meses felices, y después todo acaba y estas destrozada. ¡Es una idiotez! ¿Para que sufrir habiendo chicos como este?
El beso se prolongó más aún hasta que su boca abandonó la mía y pegó nuestras frentes.
-Guau nena.
Solté una risa y me mordí el labio. Obserbé como Derek levantaba una ceja y capturaba mi labio en busca de otro beso.

-¡Eh! ¡Derek!-lo llamaron una voz detras nuestra-.¿Es la nueva?-continuaron, supongo que refiriéndose a mi.
Habían pasado las cuatro primeras horas y ahora ambos estábamos en el descanso, paseando por la hierba del patio.
Nos dimos los dos la vuelta soltándonos la mano para ver a un chico que corría hacia nosotros.
-Ese es Kato- me dijo Derek pasando su brazo por mi hombros- es mi mejor amigo. Vamos juntos a entrenar.
El muchacho llegó junto a nosotros y pude verlo bien. Se parecía mucho a Derek, sobre todo en el pelo, aunque él tenía reflejos mas rubios. Sus ojos color miel lo hacían más dulce y tierno y era un poco más alto que nosotros.
-Eres Silene, ¿verdad?- me saludó el muchacho.
-Si, lo soy. ¿Como sabes mi nombre?-pregunté curiosa.
-Bueno, querida. Todos los chicos hablan de ti y de tu bonito cuerpo-me dijo guiñándome un ojo-. Eres más famosa que los otros dos nuevos.
-¿Hay más nuevos?-cuestioné, haciendo como si no me importara mucho.
Aunque no era verdad. Los nuevos serían los chicos del mundo de Lumix, el bueno, y seguro que buscaban la flor. Yo tenía que detenerlos como fuese.
-Ah si. Son Yulem y Vick, esos de ahí-contestó señalando un poco más atrás, a nuestra derecha.
Me giré alejándome un poco de Derek para verlos.
Sentados en la hierba, debajo de un arbol, había dos chicos tirados observando el cielo. No se parecían en mucho, la verdad.
Uno era más alto y con rizos marrones muy sexys. Desde la distancia en la que estaban, pude apreciar unos bonitos y brillantes ojos verdes que me dejaron hipnotizada. Tenía un buen cuerpo. Delgado y atlético, con largas y bonitas piernas cubiertas por unos vaqueros claros. Llevaba puesta una camiseta blanca en la que con letras negras aparecía "The hell is the final for you" y sus musculosos brazos estaban doblados por encima de su cabeza.
El otro tenía el pelo revuelto y rubio, pero con raíces castañas. Muy sexy. Él también era musculoso, pero más bajo que el otro. Estaba sentado con las piernas cruzadas como un indio y me miraba fijamente, con sus ojos azules llenos de odio. Me fijé en sus ropas, un pantalón gris con otra camiseta del mismo color que el otro chico, pero con otra frase " Until the better angel become sometimes in a demon". Levanté la vista de nuevo a sus ojos y vi como el sonreía falsamente. Uno con "el infierno es el final para tí" y el otro con "hasta el mejor ángel se convierte a veces en demonio". Muy apropiado.
Me volví hacia Derek y Kato y los vi hablando tranquilamente de algo de un entrenamiento. Me acerqué a Derek y lo besé delante del amigo, quien murmuró algo como "guau". Derek rápidamente situó sus manos en mi cadera mientras yo enroscaba mis brazos en su cuello. Cuando nos separamos por falta de aire, murmuré un "ahora vuelvo" y me alejé caminando, pero no lo suficientemente rápido como para no escuchar el "¿que fue eso, hermano?" que Kato dijo.
Seguí caminando hasta estar más cerca de Yulem y Vick, que me miraban fijamente. El de rizos se sentó con la misma pose del rubio y me observó en todo momento, con su mandíbula tensa y sus labios formando una dura linea recta.
-Bonita camiseta- le dije al rubio al llegar junto ellos-. Muy curiosa.
Ambos sonrieron falsamente antes de que me contestaran.
-¿Verdad, Silene?- fue el de rizos.
-Si, verdad. Tu debes de ser Yulem, ¿no?- pregunté.
-Correcto. Ese soy yo- contestó seco.
-Entonces tú-dije dirijiéndome al otro- debes de ser Vick.
Pero no contestó. Se limitó a verme con odio y desprecio con sus ojos azules.
Si las miradas matasen...

viernes, 2 de agosto de 2013

Capítulo 1. Enerm Flower.

Yulem.
Observé a mi mellizo mirarme atentamente, sin apartar en ningún solo momento la vista de mi. Los dos nos movíamos en circulos por el descampado en el que nos encontrábamos, antento al movimiento del otro.
En un momento dado, de la mano de Vick salió una llamarada que lanzó directamente a mi, pero lo esquivé a gran velocidad y sin darle tiempo a reaccionar hice que una ráfaga de viento lo tirara al suelo.
- Casi, Vick- dije tendiéndole la mano cuando llegé junto a él-. Esta vez por poco me das. Vas mejorando, creo- se levantó del suelo agarrando mi mano y le di varias palmaditas en la espalda-. ¿De nuevo?-él asintió- bien, procura estar mas atento, para poder crear un escudo que te proteja del aire. ¿Preparado, hermanito?- me fulminó con la mirada y volvió a asentir. Sabia que le molestaba que le llamara hermanito porque solo nos llevábamos 15 minutos, pero él era el pequeño.- ¡Ya!
En cuanto dije eso Vick actuó rápidamente. En un abrir y cerar de ojos, un rayo se dirijía directo a mi. Pero tan rápido como había aparecido, se desvaneció.
-Buenos dias, chicos, ¿entrenando ya a estas horas?- cuestionó una voz al lado nuestra.
Ambos nos giramos para ver de quien procedía la voz, aunque lo sabiamos perfectamente. Era el mensajero, Héctor.
Héctor era un hombre de unos 70 años, con el pelo y barba blanca cubriéndole parte de la cara.  Arugas se formaban a ambos lados de sus ojos verdes intensos y por su frente. Desde pequeños, Vick y yo siempre habíamos estado con él. Era como... nuestro padre.
- Claro, Héctor. Sabes que a nosotros nos encanta entrenar- respondió mi mellizo.
-Siempre entrenais. Por cierto, Vick, buen golpe. Mejoraste bastante - sonrió el anciano.
-Muchas gracias, Héctor. En verdad me alegro de escucharlo- contestó el aludido.
- Bueno, muchachos. Hoy no estoy precisamente aqui para elogiaros, sino para compartir con vosotros un mensaje que el rey me mandó comunicaros. Teneis que ir junto él hoy, a la una. Quiere deciros algo muy importante, chicos. Asique no falteis - y nos miró por última vez antes de darse la vuelta e irse caminando.
-Por supuesto que no faltaremos- murmuré mientras veia alegarse a Héctor.
Cuando él y su capa blanca se perdieron de vista, giré lentamente la cabeza para ver a Vick, que hacía lo mismo. Nos miramos atónitos. ¿Que era lo que estaba pasando y porque el rey quería vernos? Era extraño. El rey nunca había pedido que nosotros nos acercáramos a él. Era la magestad, y nosotros solo vivíamos aqui, nada mas. Todos vivíamos aqui y nunca antes el rey había llamado a nadie. Y ahora lo había hecho... con nosotros.
Seguimos entrenando, pero no como antes. Los nervios por saber que era lo que el rey nos quería estaban presentes en todo momento, sin dejarnos entrenar plenamente.

-Por aqui, muchachos - nos indicó Héctor cuando entramos en el palacio.
Faltaba muy poco para ser la una y los nervios seguian ahí, presentes en cada momento. 
Caminamos detrás del anciano intentando mantener la calma en todo momento, aunque se nos hacía difícil. El rey nos habia llamado por algo serio, de eso estaba seguro. Cuando llegamos frente a una gran puerta de madera, Héctor llamó pidiendo permiso para pasar.
Dentro se oían varias voces, principarmente de hombres, pero destacaba una mucho mas aguda y agelical, de mujer. Todas se callaron rápidamente al oír el sonido de la puerta y la voz del mensagero. Todas menos una que accedió a que entraramos.
Dentro había una habitación con paredes tintadas de distintos tonos de marrón, al igual que la mesa situada en el medio de la sala y las sillas. Cinco hombres y una mujer discutían sentados en ellas. Atentamente vi como se volvieron para mirarnos, cada uno si apartar la vista en ningún momento. Observé que uno era rubio. Parecía el más joven de todos, rondando los 40, otro tenía el pelo totalmente negro, aunque destacaban algunas canas blancas, el siguiente era calvo y fuerte, con unos ojos verdes que destacaban mucho, después estaba otro hombre, este mas bajo y con el pelo castaño claro, al sol rubio. Después estaba la mujer. Ella tenía el pelo castaño oscuro, con unas mechas naturales rubias, que hacían su pelo, recojido en un perfecto moño, uno aún mas bonito. Tenía unos ojos azules claros, muy claros, que miraban espectantes al últimos de los hombres. Este era bastante alto, con el pelo negro, al igual que su barba. No era muy jóven, sobre unos 75 años, pero reconocí perfectamente al hombre que nos miraba fijamente, el rey.
-Buenos días. Yulem, Vick, tomad asiento, por favor- su voz era grave y auntoritaria. Al momento le hicimos caso, comenzando a andar hasta dentro de la habitacion- Héctor, puede retirarse.
Los nervios seguían presentes en cada momento en el que pasabamos hacia la mesa. Nuestros sitios estaban entre la mujer y el rey. Vick rapidamente ocupó el lugar al lado del rey, mientras yo, despues de saludar levemente a la mujer, me senté a su lado.
-Bien, muchachos. Sé que no teneis mucha idea de porqué estais aqui, pero os aseguro de que es algo importante- habló el hombre al lado de mi mellizo.
- Regem, por dios. ¡Eso es una locura!- siseó con voz chillona la mujer.
-Margaret, por favor.¿Me dejarás continuar?- preguntó el hombre.
Ella no contestó. Dejó de mirarlo y susurró algo que no pude entender mientras negaba levemente con su cabeza.
-Bien. Antes- volvió a hablar el rey-, estaba diciendo que os diré la razón de que esteis aqui. Pero para eso, debo contaros una historia. Nuestra historia de la magia - y, mirándonos fijamente, el anciano comenzó a hablar de nuevo, contándonos la historia de nuestro mundo-. Como sabeis, el bien y el mal siempre están compitiendo por quien vencerá. Siempre estamos en lucha, intentando que el bien gane. Pero esta vez, ambos mundos, bien y mal, luz y oscuridad, se están quedando sin magia. Esto se debe a tantos siglos de lucha. Pero hay algo que nos puede ayudar a ganar, a que la magia vuelva de nuevo. Es una flor, pero no una flor cualquiera, es especial- añadió al ver nuestras caras de desconcierto-. Es la Enerm Flower, la flor de la magia. La última vez que fue vista, fue en el planeta tierra, los humanos sin ningún tipo de poder, en un bosque de grandes dimensiones, al lado de un pequeño pueblo. Por ello- prosiguió hablando-, vosotros, querridos muchachos, emprendereis el viaje en busca de esa flor que nos ayudará a vencer el mal de una vez por todas. Os mandaremos al mundo de los humanos y allí, seguiréis conservando todos vuestros poderes, pero teneis que tener cuidado, nadie puede averiguar que teneis magia. En vuestro viaje tendreis que aparentar ser simples humanos. Vuestros padres han...muerto- giré la cabeza al otro lado. Eso era verdad, ellos ya no estaban aqui-. Y vosotros os mudais allí para comenzar de nuevo, o eso les diréis a los humanos. Mientras, vosotros tendréis que averiguar donde se encuentra la Enerm Flower, buscarla y traerla de vuelta aqui, para salvar a nuestro mundo.
-Regem, ¡es una locura! ¡Estos dos muchachos aún son unos críos!- chilló la mujer levantándose rápidamente de su silla, arrastrándola por el suelo, y señalándonos con su mano estendida-. ¡No puedes hacer eso! ¡La oscuridad se dará de cuenta! ¡Mandará a los suyos a por ellos! ¡Acabarán muertos!- gritó recalcando la última palabra.
-Margaret, tranquilízate por favor. Por eso los mandamos a ellos precisamente. ¿Tú los has visto entrenar? Porque yo si, todos los dias desde mi habitación ¡Son magníficos! ¡Los mejores que tenemos!
-¡Pero acabarán muertos! ¡No puedes permitir eso!- volvió a chillar la mujer.
Giré la cabeza para mirar a mi hermano que me miraba fijamente. Asentí lentamente con la cabeza mientras se volvían a escuchar los gritos de la mujer, y nos levantamos, arrastrando nuestras sillas y callando a Margaret.
-Tomaremos el riesgo- dije con voz firme, mirando a cada una de las caras estupefactas que nos obsergaban atentamente.
-¿¡Qué!? - chilló la mujer.
-Iremos- contestó mi hermano-. Tomaremos el riesgo de acabar muertos. Al menos, moriremos en una misión contra el mal, como nuestros padres. Hoy mismo; mandadnos al mundo de los humanos-terminó con voz autoritaria.