Translate

miércoles, 12 de marzo de 2014

AVISO IMPORTANTE.

Siento informarle a aquel que esté leyendo esto, que por motivos que me guardaré para mí misma, esta novela ha sido cancelada.

sábado, 25 de enero de 2014

Capítulo 24. Me alegra que estés aquí conmigo.

Kiara.

-¡Esto es hermoso!-pensé en voz alta, mientras saltaba del asiento del coche, viendo todo el lugar donde nos encontrábamos.
Yulem había aparcado el coche justo al lado de una casa bastante bonita, rodeada de palmeras que se alzaban a ambos lados del lugar.
-Me alegro de que te guste, princesa-susurró él apareciendo de golpe detrás de mí, rodeándome con sus fuerte brazos y posando su cabeza sobre mi hombro.
-Claro que me gusta, esto es precioso-murmuré mirando la casa con una sonrisa.
-Tú eres preciosa cuando sonríes-susurró, haciendo que mis mejillas tomara un color rosado.
-Gracias...-farfullé muerta de vergüenza.
El se rió a carcajadas antes de besar mi mejilla de un modo muy tierno, sin dejar de sonreír.
-¿Te gusta el mar?-preguntó.
-¡Pues claro que sí! ¡Me encanta!-contesté entusiasmada.
-Pues mira-susurró antes de hacer que me girara, mirándolo a él. Entonces me di cuenta de la playa que estaba de fondo, con las olas chocando contra las piedras de un lado del lugar, produciendo un ruido que amaba y me calmaba.
Abrí los ojos de golpe antes de comenzar a reír, abalanzándome a los brazos de Yulem quien me miraba con una sonrisa, antes de contestar al abrazo.
-¡Gracias! ¡Gracias!-grité abrazándolo fuertemente, comenzando a caminar sin soltarnos, hasta que tropecé y caí al suelo, con él encima de mí.
Suerte que había aterrizado sobre la hierba que rodeaba la casa y no me había hecho mucho daño.
-Lo siento-susurré viendo como él se apoyaba en su codo, mirándome.
A veces era bastante patosa, aunque esta vez lo agradecía. Tenía a Yulem observándome encima de mí, sus ojos verdes como dos esmeraldas brillaban con felicidad. Era un momento hermoso.
-No pasa nada, princesa. Me gusta tu entusiasmo-susurró antes de apartar un mechón de mi cabello.
Sonreí tímidamente sin contestar, la vergüenza seguía presente y no sabía que responder a eso. Pero no hizo falta que dijera nada, pues él me sonrió de nuevo antes de acercarse sin dejar de mirarme a los ojos, cerrándolos mientras juntaba nuestros labios en un hermoso beso que yo correspondí.


-Gracias por todo esto, Yulem-susurré mientras salía de nuestro cuarto, que compartiríamos al ser el único en la casa.
-Te mereces esto y mucho más. ¿Te apetece ir de compras? Tenemos todo el dinero del mundo-dijo guiñándome un ojo antes de tirar de mi brazo, entrelazando nuestras manos mientras salíamos por la puerta de la casa.
Sonreí acurrucándome contra el costado de Yulem, mientras éste pasaba su brazo por mis hombros, caminando a mi lado. Se sentía bien estar a su lado. Pasamos por varias tiendas, entrando en ellas y comprando cualquier tontería que veíamos, entre risotadas y carcajadas, felices.
Después de aproximadamente media hora de tienda en tienda, yo seguía entusiasmada tirando del brazo de Yulem para entrar en cualquier lugar que encontraba.
-¡Vamos!-animé girándome para ver a Yulem con una sonrisa mientras yo caminaba de espaldas, tirando de su mano para que caminase mas rápido.
-Ya voy, ya vooy-rió él mientras comenzaba a andar más rápido hasta llegar a mi altura.
Sonreí como una niña pequeña cuando le daban un regalo, dando pequeños saltitos.
-Al parecer acerté al traerte aquí-dijo Yulem mirándome mientras reía a carcajadas.
Paré de saltar muerta de vergüenza mientras mis mejillas comenzaban a volverse rojas.
-Eres adorable-susurró él antes de abrazarme.
Me acurruqué contra su pecho mientras contestaba a su abrazo, escondiendo mi cabeza en su cuello, respirando su aroma, notando el ritmo constante y acelerado de su corazón.
En cuanto nos se paramos, eché en falta el calor que me proporcionaba, pero pronto él agarró mi mano, comenzando a caminar.
-Ve y compra unos helados para los dos, ¿sí?-murmuró antes de besar mi mejilla-. Yo voy a comprarle un recuerdo a mi hermano, ya vuelvo.
Asentí antes de girarme, comenzando a caminar hacia el puesto de helados que había al lado de un pequeño parque.
Cuando llegué al pequeño y bonito puesto, sonreí al hombre que se encontraba detrás de éste. Tenía un aspecto cariñoso, con unos ojos marrones chocolate y un bigote negro, al igual que su pelo.
-Buenos días señorita-me saludó el hombre.
-Buenos días-contesté.
-¿Qué desea?
-Quiero...un helado de nata y vainilla, y otro de...-me paré de golpe a no saber qué comprarle a Yulem-. Vainilla y chocolate-susurré.
-Muy bien. ¿Tarrina o cucurucho?-preguntó él.
-Tarrina-contesté mirando hacia donde se había marchado Yulem, buscándolo con la mirada.
-Muy bien, aquí tienes-respondió el hombre pasándome los dos helados, sin dejar de sonreír en ningún momento..
Sonriendo, le pagué y comencé a caminar hacia el parque con los helados en las manos.
-Hola-susurraron tras mi espalda, haciendo que pegara un pequeño salto y dejara salir un chillido de mi boca.
-¡Yulem, estúpido! ¡Valla susto me has dado!-grité cuando él se rió, apareciendo en mi campo de visión.
-Lo siento-susurró con una sonrisa, haciendo que nos sentáramos ambos sobre la hierba del parque.
-Toma, este es el tuyo-susurré, pasándole su helado, nerviosa porque no le gustara el que había elegido para él..
-Es... ¿de vainilla y chocolate?-preguntó mirándome, yo asentí-. ¡Bien! Ese es mi favorito-sonrió mientras yo soltaba un suspiro de alivio.
-Me alegra oír eso- contesté, quitándome un gran peso de encima.
-A mi me alegra que estés aquí conmigo. Gracias- susurró antes de comenzar a comer el helado. 

domingo, 19 de enero de 2014

Capítulo 23. Alas de plástico.

Vick.

Mientras entraba en mi habitación, mi vista se dirigió rápidamente a la ventana, buscándola y aunque ella no estaba, sonreí como un idiota. Rápidamente me cambié, buscando en el armario del dormitorio y  poniéndome mi pijama corto, pues hacía calor.
Cuando estaba tirado en cama, pensando en todo lo que había pasado, sentí un ruido y observé por la ventana como Silene entraba en su dormitorio. Sin poder evitarlo, una sonrisa se escapó de mis labios al verla.
 Después de coger algo de su armario, desapareció de mi vista entrando en una puerta, para volver a aparecer poco después con un pijama puesto.
-Silene-murmuré con una sonrisa.
Ella se giró rápidamente asustada y sonrió al verme, mientras yo me levantaba de la cama y caminaba hacia la ventana.
-Hola-susurré tímidamente.
Se veía hermosa aún en pijama y con su pelo atado en un moño. No sabía como no me había fijado en ella antes, era totalmente perfecta.
Sonreí mientras Silene jugaba con los cordones del pantalón de su pijama. Este consistía en una camiseta de manga corta rosa claro, con unos dibujos de gatitos en blanco, al igual que sus pantalones cortos.
-Hola-contestó ella.
Una hermosa sonrisa se dibujó en su rostro mientras yo miraba al suelo de madera de mi dormitorio, sonrojado. ¿Cómo era capaz de ponerme nervioso? No lo entendía. Nunca había tenido problemas en decir las cosas, siempre había sido directo. Pero con ella....Había algo que me hacía ser tremendamente tímido. Tenía miedo a cómo ella iba a reaccionar. No sabía cono explicarlo...De Silene dependía mi estado de ánimo, no quería que se enfadara conmigo, ni se molestara.
-¿Te apetece...emmmm...venir?-murmuré mirándola a los ojos mientras me sonrojaba de nuevo.
-¿Dormir contigo?-preguntó Silene, entre asombrada y nerviosa, yo asentí-. ¿Aguantarás mis ronquidos?-cuestionó de nuevo, bromeando mientras yo volvía a asentir con una sonrisa-. ¿Y tu hermano?- susurró, volviéndose seria de golpe.
-Se va a ir de viaje con una chica, estará durmiendo en estos momentos-murmuré.
-¿Y cómo salto yo la ventana, eh?-preguntó burlonamente.
-¿Qué pasa, que tus alas son de plástico?-contesté con una sonrisa.
Ella se rió antes de hacer aparecer sus alas negras, sentándose en el bordillo de su ventana. Saltó de ella rápidamente y cayó velozmente hacia el suelo mientras yo me asomaba, asustado.
Silene extendió sus alas cuando estaba a punto de llegar al suelo y, comenzando a volar, llegó a mi altura, moviendo sus alas para mantenerse en el aire.
-¿Te vale como demostración?-contestó irónica, con los brazos cruzados bajo su pecho y una sonrisa.
-Eso fue increíble, pero estás loca.-murmuré asombrado mientras me apartaba de la ventana para que ella pudiese pasar.
Agarré sus manos mientras Silene se apoyaba en el alféizar de la ventana, entrando en el dormitorio aún con sus alas extendidas tras su espalda.
-Bonita habitación-susurró ella mirando a todas partes, curiosa.
-Gracias-contesté hipnotizado con su plumaje negro-. Bonitas alas-añadí, levantando una mano y acariciando el borde de una de ellas, mientras me estremecía.
Silene se giró al notar el contacto de mi mano contra sus alas, haciendo que dejase de tocarla para mirarla fijamente a los ojos.
-Gracias-susurró ella.
Ahí fue donde la observé, cada milímetro de su rostro. Realmente era hermosa, como una obra de arte.
Mis ojos se dirigieron a sus alas mientras recordaba de donde ella provenía.
Éramos totalmente diferentes, en todos los sentidos. Ella era de Oscurix...y eso era un problema, pues nuestros mundos estaban enfrentados y nosotros no deberíamos estar juntos.
En realidad, deberíamos estar intentando matarnos, pero había algo que me lo impedía, algo que sentía por ella que era demasiado fuerte y no podía hacerle daño. Sabía que en el fondo ella no era mala, era una gran persona, dulce y amable, cariñosa, tierna. Era...buena.
Pero permanecíamos a mundos totalmente distintos que se estaban enfrentando para que solo uno de ellos quedase en pie. Uno de los dos acabaría mal, muy mal. Y no quería que fuese ella, para nada. Quizás hasta uno de los dos acabase...muerto.
Yo sentía que por Silene hasta arriesgaría mi vida, prefería morir yo antes de que le sucediera algo a ella. Aun así, ambos estábamos luchando por una maldita flor, por nuestros mundos. No deberíamos estar juntos, pero yo no lo podía evitar...
-¿Vick?-preguntó ella haciendo que volviese a la realidad-.¿Estás bien?-susurró.
Yo simplemente me limité a negar con la cabeza antes de abrazarla, mientras sus alas desaparecían tras su espalda, como si nunca hubiesen estado ahí.
Ella suspiró, seguramente imaginándose qué era lo que estaba pensando. Después, pasó sus brazos por mi espalda, haciendo que su cabeza descansase en mi pecho y yo apoyase mi mentón sobre su pelo. 
Pasaron varios minutos antes de que yo hablase.
-Gracias por esto-susurré sin apartarme-. Lo necesitaba.
-No me des las gracias, Vick. Tú hiciste lo mismo por mí, ¿recuerdas?-preguntó separándose y levantando su cabeza para verme pero sin soltarse.
Sonreí levemente recordando tan solo hace unas horas cuando la encontré en el vestuario.
-De alguna manera te lo debo-murmuró poniéndose de puntillas hasta chocar nuestras frentes-. Gracias por lo del vestuario-susurró antes de juntar nuestros labios, cerrando sus ojos.
Sorprendido, le seguí el beso con una pequeña sonrisa antes de dejar mi mano en su mejilla, mientras la otra descansaba posada sobre su espalda. Ella se separó levemente para sonreír antes de volver a besarme, con sus manos jugando con mi pelo y rodeando mi cuello.
-Eres hermosa-murmuré al separar nuestros labios, aun con nuestras frentes juntas.
Silene miró hacia el suelo avergonzada mientras sus mejillas tomaban un color rojizo, haciéndome reír.
-Y cuando te sonrojas aún mas-susurré sonriendo antes de besar la punta de su nariz con dulzura.
-Eres malo- protestó.
Sin embargo, estaba sonriendo.
-Solo contigo-contesté guiñándole un ojo.
Ella comenzó a reír mientras yo amaba el sonido que producía.
-Así que solo conmigo, ¿eh?-preguntó pegándose más a mí, nuestros labios a centímetros de distancia.
-Solo contigo-susurré deseando acabar la distancia que había entre nuestros labios.
Pero Silene fue más rápida, besándome apasionadamente,con sus manos en mi pecho. Me empujó de golpe haciendo que perdiera el equilibrio y cayera encima de la cama, la cual anteriormente estaba detrás de mí.
-¡Oye!-protesté confuso.
-Tú eres malo conmigo, pues yo también-contestó simplemente antes de soltar su pelo y meterse en un lado de la cama, dándome la espalda e ignorándome totalmente.
Me giré hacia ella mientras miraba como su pelo caía por la almohada con pequeñas ondas.
-Eh...-farfullé-. Silene...-la llamé en un susurro, pero ella no me hizo caso.
Me acerqué todavía más hasta rodear con mi brazo su costado, mientras con la mano jugaba con un mechón de su pelo. No podía ver su rostro, así que no sabía exactamente que le ocurría.
-¿Estás enfadada?-pregunté en un susurro, con miedo a que su respuesta fuese que sí.
Pero sin embargo, de nuevo ella se mantuvo en silencio.
-Oye, lo siento si te molestó....-farfullé agobiado de que no dijese nada-No...no pretendía que te enfadaras conmigo...
Noté como su cuerpo se movía hasta que ella quedó de cara a mí.
-No estoy enfadada, tonto-susurró con una pequeña y tímida sonrisa mirándome a los ojos, antes de acurrucarse contra mi pecho mientras yo sonreía acariciando su pelo.
-Aún así lo siento-murmuré.
-Yo también lo siento, no debí haberte empujado-contestó alzando su cabeza para verme.
Sonreí de nuevo antes de besar la cima de su cabeza mientras ella esbozaba una de sus preciosas sonrisas.
Pronto sus ojos se cerraron y su respiración se volvió más profunda mientras Silene se quedaba dormida. Suspiré contemplándola como un ciego que ve por primera vez, antes de susurrar dos palabras que nunca pensé que diría.
-Te quiero.