Translate

sábado, 30 de noviembre de 2013

Capítulo 21. Estaba enamorado de ella.

¡Lo siento! He tenido unos problemillas con mi ordenador y no he podido subir antes el siguiente capítulo, pero aquí está. 


Yulem.
Vick entró por la puerta cuando yo estaba cerrando mi maleta.
Al entrar en mi habitación, me miró confuso, entre sorprendido y asustado, observándome fijamente.
-¿Qué ocurre?-preguntó mirándome.
-Puedes quitar esa cara de pánico, querido. Solo he decidido hacer un pequeño viaje con Kiara, cuatro días lejos de ti-contesté burlándome de su reacción mientras él se relajaba notablemente.
-Ouch. Eso hasta me ha dolido-ironizó posando su mano sobre su pecho-. ¿Romeo se va a declarar a Julieta?-atacó.
-Vete a la mierda-contesté rápidamente mientras le lanzaba un cojín, intentando ocultar mi rubor.
-¡Estás rojo!-bramó riéndose-. ¡Yulem rojo! Esto es de foto-se burló.
-Cállate y ayúdame a cerrar la maleta, estúpido-contesté con una tímida sonrisa al pensar en ella.
-Venga, te ayudo solo para librarme de ti.
-Serás gilipollas...-murmuré sonriendo y negando con la cabeza, divertido, revolviendo su pelo mientras él se quejaba, pasaba a mi lado.
A pesar de nuestras bromas y tonterías, nos queríamos de verdad. Era mi hermano, lo protegería de cualquier cosa.
-Joder, chico-contestó intentando cerrar la maleta-. ¿Qué coño llevas ahí? Está más lleno que el bolso de cualquier mujer-farfulló.
-Ja, ja, ja-ironicé-. Cállate y ayúdame.


Después de haber cerrado al fin mi maleta y revisar todo, de haber hablando un poco con Vick y de haber cenado juntos entre bromas y burlas, me tumbé en cama dispuesto a dormirme, pero no sin antes escuchar su voz de nuevo.
Agarré el móvil de mi mueble buscando su número para llamarla.
-¿Yulem?-preguntó una voz media dormida.
-Hola-susurré volviéndome terriblemente tímido y nervioso.
-Hola-contestó ella riendo.
-¿Te he despertado?-pregunté-. Lo siento si lo hice...
-No, no pasa nada. Estaba tirada en la cama y comencé a quedarme dormida-respondió-. Pero dime, ¿qué ocurre?
-Solo quería escuchar tu voz-susurré un poco avergonzado.
Imaginé cómo ella sonreía con sus mejillas comenzando a coger color.
-¿Estás sonriendo?-pregunté, girándome para estar más cómodo, sonriendo como un idiota enamorado.
-Eres muy lindo-se excusó ella-. Eso es muy tierno, Yulem-susurró, seguramente con una bonita sonrisa en su rostro.
-Te puedo asegurar que tú lo eres más-contesté.
-Mañana...-murmuró ella.
-¿Sí?-pregunté.
-¿A que hora vienes a recogerme?
-¿Te importa madrugar un poco?-pregunté tímido.
-No, para nada- contestó ella riendo-. Entonces...¿cuando?
-A las...¿ocho?
-A las ocho-confirmó ella.
-Bien. Bueno, no te molesto más, descansa.
-No molestas-susurró Kiara-. Buenas noches, Yulem.
-Buenas noches, princesa-respondí-. Duerme bien.
Sonreí tiernamente al teléfono escuchando su voz.
-Adiós...Dulces sueños.
-Adiós. Te quiero.-farfullé antes de finalizar la llamada rápidamente sin esperar su respuesta, con una sonrisa de idiota, suspirando.

Me desperté justo a las siete de la mañana mientras la alarma de mi móvil sonaba.
Refunfuñando, salí de la cama para andar como un zoombie hasta el armario, donde rápidamente agarré algo para cambiarme después de darme una ducha.
Entré en el baño y comencé a meterme en el agua. Relajándome, me dejé llevar por la tranquilidad que producía ese momento y cerré los ojos momentáneamente antes de comenzar a lavarme. Salí poco después, completamente vestido y con una sonrisa en mi rostro.
Rápidamente fui a la cocina y comencé a preparar algo para desayunar, preguntándome qué estaría haciendo Kiara en estos momentos. Sonreí tontamente mientras comía mis tostadas.
Al acabar, comencé a guardar todas las cosas en el coche para más tarde tener todo preparado, cuando fuesen horas de ir a buscarla.
Comencé a caminar hacia el salón, encendiendo la televisión y sentándome en el sofá, dispuesto a pasarme el tiempo que me sobraba mirando cualquier cosa para intentar calmarme un poco y dejar de estar tan nervioso.
Si a ella no le gustaba el lugar...estaba totalmente perdido.
Pronto se hizo hora de irme y, dejando una nota a mi hermano, subí al coche y comencé a conducir hasta su casa, donde ella me esperaba en la entrada, sentada en los escalones de ésta y sonriendo mientras miraba el móvil.
Levantó la vista al oír el sonido del coche y se levantó mientras yo bajaba del coche y abría el maletero, metiendo su maleta junto la mía.
-Hola-saludó ella sonriendo.
-Hola, princesa-contesté antes de besar su mejilla-. ¿Estás preparada para perdernos?
Me acerqué poco a poco a ella hasta rozas sus labios con los míos antes de besarla tímidamente.
-Claro-contestó ella al separarnos sonriendo mientras sus mejillas tomaban un color rojizo-. Ese es el plan, ¿no? Tenemos nuestras pequeñas vacaciones.
Sonreí separándome de ella y subiendo al coche mientras ella hacía lo mismo.Comenzando a conducir, busqué rápidamente una emisora de radio para entretenernos en el largo viaje que nos esperaba.
Sonreí girándome para verla mientras Kiara tatareaba la letra de la canción que sonaba en ese mismo instante moviendo la cabeza de una lado al otro siguiendo el ritmo.
Nos encontrábamos en un semáforo en rojo, así que aproveché para verla.Cuando se dio cuenta, se giró para mirarme antes de sonreírme tiernamente mientras sus mejillas comenzaban a coger un color rosado.
Riendo, agarré su mano acariciándola antes de besarla rápidamente para volver a girar mi vista y seguir conduciendo con una sonrisa el resto del camino.
Si, definitivamente estaba enamorado de ella.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Capítulo 20. Te quiero tanto.

Derek.

El silencio era lo único que se escuchaba en toda la habitación. Me encontraba tumbado en mi cama boca arriba mirando el techo, con los brazos detrás de mi cabeza, metido en mis pensamientos.
Me sentía extraño, bastante raro. Tenía un presentimiento, y no precisamente bueno. Sentía como si algo malo fuese a pasar de un momento a otro, y estaba realmente preocupado.
Pero...¿qué podía ser?
Suspiré pesadamente cerrando los ojos para intentar quitarme esa sensación mala que tenía, pero no desaparecía.
Aún con ellos cerrados, tanteé con mi mano por encima de mi mesita hasta encontrar mi móvil. Agarrándolo, abrí los ojos para comenzar a buscar mis contactos.
Rápidamente apareció su nombre, Amy.
Lo encontré y suspiré mirándolo una y otra vez, dudando si llamarla o no. Desistí, como muchas otras veces dejando el móvil en su sitio de nuevo.
-Soy idiota-susurré mirando a la ventana y suspirando.


El ruido de mi teléfono me despertó. Me había quedado dormido mientras seguía pensando en Amy.
Refunfuñando y con los ojos cerrados, agarré el móvil para contestar.
-¿Qué?-pregunté medio dormido.
-¡Derek!-dijo una voz.
-Sí...-afirmé dudoso mientras intentaba saber quien me llamaba-¿Eres....Marco?-pregunté.
-Si, soy yo. Amy...-murmuró, pero lo interrumpí.
-¿Qué le pasa?-chillé abriendo los ojos de golpe y levantándome.
-Está en el hospital, por favor, ven-susurró.
-Voy para allá, espérame ahí-murmuré antes de colgar y tirar el móvil a la cama mientras comenzaba a buscar cualquier cosa que ponerme.
Amy...Suspiré mientras intentaba que las lágrimas no apareciesen.
¿Qué le podía haber pasado? Rápidamente cogí mi chaqueta y comencé correr hacia la puerta.
-Hijo, ¿a donde vas?-preguntó mi madre desde el salón, sentada en el sofá viendo algún programa en la televisión.
-Al hospital, Amy se encuentra allí-me limité a decir antes de cerrar la puerta.
Volví a echar a correr desesperadamente hacia el hospital. Aunque estaba bastante cerca, quería llegar lo antes posible para poder estar con ella y aclarar todo eso.
Tenía miedo de llegar tarde, de no poder hablar con Amy. Ella era mi vida y no quería que nada malo le ocurriese. Estaba demasiado preocupado por ella que no me dí cuenta cuando choqué contra una mujer que caminaba tranquilamente. 
Sin ni siquiera pararme, me giré para ver como la mujer me miraba raro, refunfuñando cualquier tipo de insulto hacia mí.
-¡Lo siento!- grité sin detenerme en ningún momento.


-¡Derek!-llamó Marco en cuanto entré en el hospital.
Me fijé que tenía los ojos rojos e hinchados, demasiados brillantes. Amy estaba demasiado mal.
-¿Donde está?-pregunté susurrando.
-Por aquí, ven-dijo antes de comenzar a caminar rápidamente hacia el ascensor-. Planta tres, habitación trescientos doce-susurró al salir.
-Bien, voy primero-dije comenzando a correr leyendo todos los números que se alzaban encima de la puerta.
-Trescientos doce, aquí es-murmuré antes de posar la mano en la puerta para abrirla.
Suspirando, entré dentro de la sala, comenzando a buscarla con la mirada.
La encontré en la segunda cama, con la cara demasiado pálida y sus bonitos ojos tapados.
-Amy....-susurré acercándome.
Me senté a su lado, mirando sus dos brazos vendados. ¿Qué le había pasado?
Comencé a mirarla fijamente mientras ella dormía plácidamente.
-Buenos días, muchacho-dijo una voz detrás de mí, haciendo que me girase rápidamente para verlo.
-¿Qué le pasa?-susurré mirando al médico.
-Ella se corta-contestó él tranquilamente-. Llegó aquí con un gran corte en su brazo, y hemos encontrado muchos más por ambos brazos. Sospecho que Amy se corta ella misma, aunque desconozco la razón. Hay bastantes cicatrices, por lo que lleva bastante tiempo haciéndolo, pero parece ser que esta vez fue demasiado profundo-rápidamente me giré para ver sus brazos con las vendas, mientras las lágrimas comenzaban a salir de mis ojos-. Ella llegó con muy poca sangre en su cuerpo, está muy crítica, sería un milagro que sobreviviese-respondió-. Lo siento, muchacho-murmuró palmeando mi espalda antes de irse.
Suspiré mirándola fijamente mientras las lágrimas seguían pasando por mis mejillas.
-Pequeña...-susurré cogiendo su mano y entrelazando nuestros dedos-. No te vallas, por favor. Quédate conmigo. Te quiero tanto....

sábado, 9 de noviembre de 2013

Capítulo 19. Como la hagas daño date por muerto.

Ane

Justo cuando ella apareció, yo me encontraba tirada en el sofá del salón viendo la televisión y comiendo palomitas.
-¡ANE!-chilló su vocecita mientras ella entraba al salón corriendo.
Levanté la vista del televisor para verla saltando de alegría, con el pelo alborotado y jadeando, mientras sonreía de pura felicidad, sus ojos brillando.
-¿Kiara?-pregunté levantándome-¿Qué mosca te ha picado ahora?
-¡ANE!-siguió chillando antes de abalanzarse a mis brazos.
Me reí fuertemente mientras la abrazaba.
-Pero bueno. ¿A que viene tanta felicidad?-pregunté divertida intentando calmarla.
Kiara sonreía de oreja a oreja dando pequeños saltitos de alegría.
Sonreí al verla tan contenta, y supe perfectamente quien había hecho eso.
-Es él, ¿verdad?-pregunté.
-¡Sí!-contestó saltando mientras reía.
-¡Cuéntame!-exigí sentándome en el sofá y arrastrándola conmigo hasta acabar las dos sentadas.


-Ahora...¿admites que estás enamorada?-cuestioné mirándola a los ojos al terminar de contar su día con él.
-Creo...-murmuró mirando hacia otro lado-. Que sí...
Sonreí feliz de que lo admitiera antes de abalanzarme sobre ella abrazándola mientras ambas reíamos.
-¡Bien!-grité sin soltarme-. Ahora...¡fiesta de pijamas!
Kiara rápidamente se levantó del sofá agarrando el primer cojín que encontró, lanzándolo contra mí.
Riendo, cogí otro y se lo tiré velozmente, impactando en su cara.
-¡Bingo!-grité riendo-. ¡Ding, ding, ding, ding!
-¡Oye!-protestó ella-¡Que no soy una diana!
Y entre protestas y gritos pasamos la tarde, divirtiéndonos y riendo a más no poder, pasándolo bien mientras veíamos películas, nos pegábamos con los cojines o simplemente hablábamos.
-¡Kiara, tu móvil!-grité mientras ella estaba en la cocina haciendo más palomitas.
-¡Cógelo tú!- contestó de la misma forma.
Obedeciendo, cogí el teléfono aceptando la llamada antes de acercármelo al oído.
-Teléfono de Kiara, ¿qué desea?-pregunté con voz aguda.
-Ehh...-murmuró una voz confusa desde el otro lado de la línea-. ¿Está Kiara?-preguntó, inseguro.
-Ahora mismo no puede atenderle, ¿quien llama?
-S...soy Yulem-tartamudeó.
-¿Yulem?-pregunté con mi voz habitual, haciendo que la cabeza de Kiara saliese por la puerta, preguntándome con la mirada.
-Si, soy yo-contestó antes de que yo asintiera, mientras ella correteaba hasta mi lado-. Eres...¿Ane?
-Sí, sí-contesté con una sonrisa mientras mi amiga me hacía gestos para que le pasase el móvil.
-Espera, te paso a Kiara. Eso sí, como la hagas daño date por muerto-amenacé seriamente. Con mi niña nadie se metía.
-N...no voy a hacerle....da..daño-balbuceó con algo de miedo.
-Bien, que así sea. Quedas advertido.
Kiara agarró el teléfono de mi mano refunfuñando y mirándome con su mirada asesina.
-Lo siento, Yulem-habló ella en cuanto puso el móvil en su oreja, comenzando a caminar hacia su habitación.
Resoplando, la vi alejarse con una sonrisa mientras seguramente él le contestaba.


-Ya era hora, chiquilla-comenté mientras la veía aparecer de nuevo en el salón-. Menos mal que estás aquí de nuevo, pensé que te había tragado la tierra-exageré viendo como ella ponía los ojos en blanco antes de sonreír-.¿Qué quería?
-Dijo que quería quedar mañana los dos solos...que me va a llevar un sitio, y que me lleve una maleta con ropa para cuatro días...-susurró sonriendo.
-Ohh, ¡que lindo!-exclamé-. Ala, pues ya sabes, a hacer la maleta.
-¡Pero es que no sé que llevar!-bramó ella angustiada-. ¡No me dijo a donde vamos!
-Bueno, Kiara, tendrá que ser una sorpresa, ¿no crees?
-Pero podría haberme dado alguna pista...-resopló-. De si va a hacer calor, o frío, por ejemplo.
-Lleva un poco de todo y ya está, problema solucionado-contesté caminando a su habitación para comenzar a ayudarla con sus maletas mientras comentábamos qué podía ser lo que pasaría en esos cuatro días.
Sonreí mientras metía un pantalón de Kiara en la maleta. Ellos acabarían juntos, si o si.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Capitulo 18. La historia de mi vida.

Amy
Hacía bastante tiempo que yo había admitido que estaba enamorada de Derek, incluso antes de que él se volviese popular, y ese sentimiento tan fuerte que me mantenía atada a él no había cambiado para nada, seguía siendo tan fuerte como el primer día.
Él había cambiado completamente, convirtiéndose en el chico malo del instituto que todas las chicas deseaban. Todas, menos yo.
Yo me había enamorado del tímido Derek, dulce y cariñoso chico que siempre estaba a mi lado apoyándome en todo, sacándome sonrisas cuando lloraba, compartiendo tiempo conmigo, disfrutando los dos solos, que me escuchaba durante horas y me hacía caso de verdad, que me quería...O eso decía él antes. Ahora lo dudaba seriamente, aunque mantenía la minúscula esperanza de que fuese así.
Pero el tierno Derek se esfumó en cuanto comenzó a ganar popularidad. Dio un giro completo convirtiéndose en el que anteriormente odiaba. 
Era irónico, a mi mejor amigo, o ex, mejor dicho, nunca le gustaron ese tipo de personas: arrogantes y engreídas. En cambio se había convertido en uno de ellos.
Me dolía de verdad verlo todos los días en el instituto, coqueteando con todas las chicas que se encontraba por delante. Siempre era igual, él pasaba completamente de mí. Y yo seguía "enfadada" con él. En realidad no lo estaba, pero no podía soportar ver su nuevo comportamiento, su arrogancia y estupidez, se creía que podía comerse el mundo y el mundo lo comía a él.
Derek había tenido a la gran mayoría de las chicas detrás suya como perritas falderas, queriendo acostarse con él. muchas intentaban que tuviesen algo serio, pero ninguna conseguía engatusarlo. Derek solo las utilizaba durante un tiempo indeterminado hasta que se aburría e iba a por otra presa distinta, como un cazador. En realidad, sospechaba que yo era la única que no lo hacía, que no me moría por él, al menos no en público. Él había estado con varias de ellas , bastantes. Unas...
Levanté mi brazo y remangué mi camiseta hasta el codo, comenzando a contar todos los pequeños cortes que tenía sobre la muñeca.
Unas 21, justamente. Aunque me faltaba apuntar la nueva, Silene.
Suspiré resignada. Desde el primer momento en el que lo conocí supe que era demasiado para mí, aunque me bastaba con su amistad. 
En cambio, ahora eramos como completos desconocidos. Me dolía verlo así.
Echaba muchísimo de menos a Derek, al antiguo, pero seguramente ese jamás volvería. Todos nuestros momentos juntos no volverían a repetirse. Me sentía una estúpida al creer que en algún momento volvería a ser como antes.
Una lágrima comenzó a recorre mi cara hasta acabar cayendo en mi brazo. Agaché la cabeza para ver todos los cortes que tenía por él. En el otro brazo estaban los otros cortes, por mi odio a mi misma y mi impotencia. Suspiré pasando mi mano por ellos antes de levantarme, con las lágrimas aun cayendo.
Caminé lentamente hasta el baño mientras escuchaba las risas provenientes de mi hermano en el piso de abajo, seguramente hablando con alguien por teléfono.
Abrí la puerta y rápidamente busqué el escondite. Pronto dí con él, supongo que de la costumbre de ir siempre allí.
Pasé mi mano por el hueco entre los dos armarios hasta encontrar lo que buscaba: mi cuchilla.
Aún sin dejar de llorar en ningún momento, la posicioné para hacer una nueva marca en mi piel. 
Me odiaba a mi misma, no era nada más que un simple bicho asqueroso que no tenía derecho a vivir. Era una completa mierda, no merecía estar en este mundo. 
Con las lágrimas cayendo por mi cara, comencé a deslizar la cuchilla por mi piel, abriéndola y dejando que la sangre fluyese a la superficie. 
"Estúpida" me decía a mí misma en mi mente "no merezco estar aquí."
El corte se hacía cada vez mas profundo, aliviando mi dolor psicológico y aumentando el físico.
Pronto todo comenzó a volverse borroso en mi mente. Mi brazo se había vuelto completamente rojo de la sangre que seguía saliendo. 
"Ya está" pensé. "moriré aquí."
Comencé a desvanecerme lentamente. Ya no tenía la fuerza para mantenerme en pie, así que caí al suelo escuchando la voz de mi hermano llamando a la puerta.
-¿Amy?-preguntó dudoso-. ¿Estás ahí?
Pero no pude contestar, no tenía la fuerza suficiente. Simplemente cerré los ojos dejándome llevar.
Mi historia no era para nada bonita, pero era la historia de mi vida.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Capítulo 17. Sólo éramos nosotros dos, queriéndonos.

Silene.
Bailar con Vick hizo que algo despertara en mi interior. Sin poder evitarlo, mientras nos balanceábamos al ritmo de la música, miles de sentimientos me inundaron por dentro. Fue...increíble.
Era como si algo dentro de mi hubiese despertado al fin, después de mucho tiempo. Me sentía rara, aunque a la vez esa sensación me gustaba, y eso me estaba comenzando a preocupar.
No podía estar enamorándome de Vick...¿verdad? No. No. No estaba enamorada de él, de sus preciosos ojos que me hipnotizaban cada vez que me miraban, de su perfecto cuerpo, de su dulce voz llamándome, de su forma de bailar, de su pelo "oh-tan-sexy", de sus labios carnosos y apetecibles...
¡No! ¡Esto no podía estar pasando! ¡No podía enamorarme de él! ¡Justamente de mi enemigo!
Me senté en el banco de los vestuarios bufando, dejándome caer sobre él antes de subir mis rodillas tumbándome mientras dejé reposar mis manos sobre mi estómago respirando profundamente, intentando calmarme.
Acababa de salir de la sala donde los demás aún ensayaban para poder calmarme un poco, después de lo que había ocurrido minutos antes. No sé en qué estaba pensando cuando hice aquella locura tan locuaz de poner aquella canción...¡Justo esa canción!
Soplé pesadamente pasando mis manos por la cara, suspirando de agobio. ¿Qué acababa de hacer? Ah, si,  me acababa de enamorar de mi enemigo.
-Idiota, Idiota-susurré levantando mi torso hasta quedar sentaba, posando mi espalda contra la pared mientras tiraba levemente de mi pelo, intentando calmarme-. Soy una completa estúpida-murmuré antes de secar la primera lágrima que bajaba por mi mejilla.
Los sollozos aparecieron poco después, mientras yo dejaba mi cabeza contra la pared mirado al techo.
-¿Por qué? ¿Por qué justamente yo?-susurré llorando desesperada.
¿Por qué yo? Era una pregunta que miles de veces me había dicho. ¿Por qué? ¿Por qué justamente tenía que ser yo a la que mandaron a este estúpido lugar? ¿Por qué me había comenzado a encariñas con la gente de este sitio? ¿Por qué me gustaba pasar tiempo con Derek, en vez de odiarle o simplemente no sentir nada? ¿Por qué me había enamorado, justamente yo, del chico al que tenía que odiar?
-¿¡Por qué?!-grité levantándome de golpe, con las lágrimas cayendo-¡Maldita sea! ¿¡Por qué yo?!
Mi mano impactó con fuerza contra la pared mientras volvía a derrumbarme de dolor, aunque no físico. Me acurruqué contra la pared llorando, posando mi cara entre mis rodillas y cerrando los ojos fuertemente, intentando inútilmente retener las lágrimas que bagaban por mi cara.
Poco después, cuando comencé a calmarme, se oyeron unos golpes en la puerta.
Asustada, me levanté veloz hasta el espejo y el lavabo, donde mojé mi cara y la sequé rápidamente antes de suspirar profundamente.
Me dirigí hacia la puerta esperando encontrarme con Jason, aunque no fue así.
-Vick...-susurré desviando mi mirada hacia el suelo.
-¿Estás bien?-preguntó intentando conectar nuestros ojos.
Su voz sonó preocupada, y levanté mi vista para mirarlo fijamente. ¿Por qué se preocupaba por mi?
-Si..-mentí.
-No me mientas, sé que no estás bien-susurró antes de pasar a la habitación, conmigo detrás- ¿Qué ocurre?-preguntó girándose tan rápido que no me lo esperé.
Estábamos bastante cerca y sabía que eso no estaba bien, nada bien.
-No me pasa nada....-murmuré mirando hacia otro lado.
-Yo sé que si, no me mientas-susurró antes de acercarse más a mí, suspirando.
Lo miré a los ojos y supe que él se preocupaba por mi de verdad.
De nuevo, una lágrima pasó por mi mejilla, antes de que Vick me rodeara con sus fuertes brazos, acariciando mi espalda.
Dejé caer mi cabeza en su pecho mientras intentaba calmarme. Ese sentimiento volvió a mi estómago, y aunque intentaba ignorarlo, no pude. Tenía que admitir que estaba enamorada del chico que me abrazaba fuertemente, su cabeza reposando sobe la mía. Tenía admitir que estaba enamorada de mi enemigo, de Vick.
Pronto nos separamos, aunque no demasiado. Él dejó sus manos en mi espalda y yo sobre su pecho, mirándolo a los ojos.
-¿Estás mejor?-susurró.
Su cara era preocupada y sonreí levemente, haciendo que él correspondiera igual, antes de asentir con la cabeza.
-Gracias-farfullé-. Siento todo esto...
-Tranquila-contestó él-. No es una molestia para mí estar aquí.
En sus ojos mostraba que no mentía, aunque parecía que estaba intentando decirme algo más. Pero, ¿el qué?
Lo observé interrogante mientras él suspiraba pesadamente, como si lo que tuviese que decir fuese demasiado importante.
-Silene, yo....bueno...-tartamudeó mirando al suelo.
-¿Qué?-susurré levantando su cara con mi mano, acariciando su mejilla y mirándolo a los ojos.
-Tú....pues...bueno...eh..me...me gustas-farfulló, tan bajo que creí que era producto de mi imaginación.
Sonreí feliz de que al menos él sintiera algo por mí. Después, Vick se acercó lentamente hasta nosotros antes de chocar nuestros labios.
Nos besamos lentamente, mostrando nuestros sentimientos mientras comenzaba a caminar hasta chocar contra la pared, con él siguiéndome.
Su mano se deslizó hasta acariciar lentamente mi mejilla con las yemas de sus dedos, mientras la otra se mantenía en mi espalda, pegándome más a él.
Sonreí siguiendo el beso antes de pasar mis brazos por su cuello, con mis manos fundiéndose en su pelo.
Pronto nos separamos por falta de aire. Su frente chocó con la mía antes de que abriéramos nuestros ojos.
-Esto no esta bien...-susurré mirándolo.
-No me importa, por ti haría cualquier cosa-murmuró sonriendo.
Reí antes de acercarme de nuevo a él hasta besarlo.
¿Qué importaba lo demás? En ese momento sólo éramos nosotros dos, queriéndonos.